La noticia del posible cierre de Studio Ghibli
nos ha puesto nostálgicos a la mayoría y es que para quienes nos
apasiona la animación japonesa sabemos que las historias que el estudio
nos ha dado distan mucho de las tramas que en Occidente (Disney Cof,
Cof) nos han manejado de toda la vida.
Si pudiéramos enlistar y analizar al menos tres de las mejores películas de Studio Ghibli, para la redacción de Yomu en primer lugar siempre estará “Mi vecino Totoro”, cuyo protagonista es uno de los personajes más icónicos de la animación Japonesa e incluso es el sello del propio estudio.
A pesar de ser el tercer filme de Studio Ghibli y no contar con la acción de otros títulos
como “El Viaje de Chihiro” o la crudeza de “La tumba de las luciérnagas” (su contraparte), la grandeza de “Mi vecino Totoro”
reside precisamente en su sencillez, pudiendo fascinar tanto a un niño
de tres años como a cualquier crítico de cine con una trama realmente
muy humilde y con todo tipo de encantadores paisajes que en conjunto
logran evocar diversas sensaciones.
Por ultimo en la tercera posición no podríamos dejar de mencionar a “La princesa Mononoke”, una de las historias más adultas de Studio Ghibli y de las pocas del estudio que han sido designadas a la clasificación “B”. Tomando raíces del Sintoísmo, religión mayoritaria de Japón que
consiste en la veneración de los espíritus de la naturaleza, nos narra
de una manera muy sensible la confrontación entre la modernidad y el
progreso contra la naturaleza y las viejas enseñanzas y tradiciones, una
lucha que va más allá de “los buenos y los malos” (pues solo son
diferentes perspectivas) que tiene como consecuencia la depredación y
contaminación del medio ambiente.
Desde su apertura como estudio de animación en 1985, Studio Ghibli
nos ha dado infinidad de historias entrañables cuya clave han sido sus
“héroes”, quienes en su mayoría resultan ser tan cotidianos como
cualquiera de nosotros y muy aparte de la fantasía o el folclore que
podamos ver en cualquiera de las cintas del estudio, la respuesta
siempre logra exaltar el lado más humano de los protagonistas y es eso
lo que permite que de una u otra forma logremos sentirnos identificados.
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